Neo Muyanga at the Rainbow Restaurant in Durban (c) Tana Nolethu Forrest |
La primera vez que escuché a Neo Muyanga cantar fue en el colectivo. Un largo viaje camino a King Williams Town que empezaba a acumular sentimientos, ideas, imágenes; una serie de explosiones emocionales e intelectuales dentro de un grupo que sólo se conocía hacía menos de una semana. La primera vez que escuché a Neo Muyanga cantar, la magia se apoderó de mí y de nosotros a través de canciones que nunca antes habíamos escuchado. La música puede hacer eso. La música nos encanta y nos encandila; nos libera de nosotros mismos.
The first time I heard Neo Muyanga sing was in the bus, alongside 60 other writers, activists, and scholars. It was a long road trip across the Eastern Cape from Durban to King Williams Town. There had been a series of moments of intense intellectual experiences among a group of people who had only known each other for less than a week. As I listened to Neo Muyanga sing, magic washed over me and over us through songs we had never heard before. Music can do that. Music bewitches and dazzles; frees us from ourselves.
Como un instrumento de liberación y de lucha, la música tiene su propia historia en Sudáfrica. Las raíces de los géneros locales pueden rastrearse en los cantos y plegarias de los Khoi-San, habitantes originarios del Cabo. Con la llegada de los colonizadores europeos y el posterior desarrollo de la Unión Sudafricana, los ritmos y melodías locales y extranjeras comenzaron a fusionarse, generando nuevos estilos musicales característicos de la región, como por ejemplo el Goema.
A few days later in Cape Town, Muyanga gave a lecture---titled "Revolting Music"--- that explored the history of music as an instrument of liberation and struggle in South Africa. He explains that the roots of local genres can be traced in the hymns and prayers of the Khoi-San – the original inhabitants of the Cape. With the arrival of European settlers and the subsequent development of the South African Union, local and foreign rhythms and melodies began to fuse, creating new musical styles that became characteristic of the region.
A partir de la instauración del Apartheid y el desarrollo de la violencia de estado, antiguos cantos religiosos, como es el caso de Nkosi Sikelela, fueron adoptados por la población como canciones de unidad y de protesta. Al mismo tiempo, el jazz se transformó en un estilo musical experimental, en el que sonidos, tonos y ritmos diferentes se entremezclaban en busca de un nuevo discurso y una nueva identidad. En tal contexto, los músicos comenzaron a compartir espacios de producción no-racializados, espacios que procuraban construir otros vínculos diferentes a los impuestos por el Estado. Hacia mediados de la década de 1960, muchos de ellos lograron exiliarse en Europa y Estados Unidos, donde se perfeccionaron y expandieron la lucha contra el sistema segregacionista. Con el paso del tiempo, y el aumento de las medidas raciales, la música se transformó en un espacio de protesta, un espacio desde el que era posible desarrollar una comunión identitaria y un discurso legítimo y fácilmente escuchable. La música se convirtió en una forma de hablar sobre la vida cotidiana en los townships.
Since the beginning of Apartheid and the development of state violence, old religious songs such as Nkosi Sikelel’ iAfrika (Lord Bless Africa in Xhosa) were adopted by the people as songs of unity and protest. At the same time, jazz became an experimental musical style, in which sounds, tones and rhythms mingled in search of a new discourse and a new identity. In this context, musicians began to share non-racial spaces of production, spaces that sought to construct social links different to those that were state-imposed. By the mid-1960s, many of them were exiled to Europe and the United States, where they refined and expanded the fight against the Apartheid regime. With the increase of racial segregation, the music became a space of protest, a space from which it was possible to develop an identity, a legitimate communion and a vector for communication. Music became a way to talk about everyday life in the townships.
Luego de la transición democrática, la música ha ocupado un lugar diferente en la sociedad. Los cantos de protesta y de lucha fueron desplazados por el hip hop, el rock y el rap. Nuevas letras con pocos contenidos y nada de sueños invadieron el ámbito de la música popular, concepto que desde entonces cambió de significado. La antigua música popular, aquella que le daba sentido a las luchas por los derechos de la mayoría de la población, se convirtió en un archivo de la resistencia contra el Apartheid. Lo que queda por descubrir, entonces, es qué lugar ocupa la nueva música popular en la actual sociedad sudafricana. ¿Podrá seguir siendo un camino hacia la redención? ¿Podremos seguir cantando en pos de una sociedad más equitativa?
Since the democratic transition, music has occupied a different place in South African society. The songs of protest and struggle were displaced by hip hop, rock and rap music. New lyrics with little content and no dreams invaded the field of popular music, a concept that has since then changed its meaning. The popular music of the past, one that made sense of the struggles for the rights of the majority of the population, became an archive of the resistance against Apartheid. What remains to be discovered, then, is what place the new popular music has in South African society today. Is it still be a path to redemption? Can we keep singing towards a more equitable society?
Mientras la globalización y el neoliberalismo arrasan con las tradiciones locales en pos de la expansión del capital, la música sigue viajando por los mares y también a través de los colectivos. Empecé el viaje escuchando a Neo Muyanga cantar. Y así también lo vamos a terminar en estos días. Esa música viajará con nosotros hacia nuestros hogares en los distintos rincones del mundo. Y así, mientras caminemos cantando por las calles, recordaremos que la música puede romper barreras y combatir ejércitos que la violencia física no puede vencer.
While globalization and neoliberalism destroy local traditions by means of capital expansion, music continues to travel the seas and through the bus. We began the journey listening to Neo Muyanga singing. We will finish it in the same way. That music will travel with us to our homes in different corners of the world. And so, as we walk through the streets singing, we will remember that music can break down barriers and combat armies that violence cannot defeat.
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About the Author:
Laura Efron is an assistant professor in African History at the History Department in the University of Buenos Aires (UBA). She is writing an M.A dissertation on South African history.